Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Un soldado romano en servicio, siempre estaba vestido para la batalla, pero no usaba su escudo, casco y espada hasta que la pelea comenzaba. Pero nosotros como cristianos debemos estar listos para la batalla en todo tiempo porque nuestro enemigo es implacable. No podemos darnos el lujo de pasar por alto una sola pieza de la armadura por negligencia o complacencia. Respecto a ello, Efesios 6:16 dice que ahora que te has preparado para la batalla al ceñir tus lomos con la verdad, protegiendo tus órganos vitales con la coraza de justicia y asegurando tus pies con el evangelio de la paz, no olvides llevar tu escudo. Dos tipos de escudos fueron usados comúnmente por los soldados romanos. Uno era un escudo pequeño, ligero redondo que estaba atado al antebrazo izquierdo del soldado usado para dar golpes durante un combate mano a mano. El otro, al que Pablo se refiere aquí, era uno más ...