ESTUDIO DEL SALMO 5- Video

Salmo 5, 

 "El hombre perfecto en medio de sus enemigos". Este es un Salmo que fue escrito por David, y tiene la siguiente inscripción: "Al director musical; sobre Nehilot". El Salmo 4, que vimos en nuestro programa anterior, decía Neginot, que se refería a un instrumento de cuerdas. En este Salmo 5, "Nehilot" se cree generalmente que se refiere a un instrumento de viento, concretamente flautas. Como usted ya sabe, David, era el dulce salmista de Israel, preparó la mayoría de estos Salmos para la música. Este Salmo probablemente fue cantado por un coro, y acompañado por flautas. Tratando de definir el tono y el carácter de este Salmo, Pridham, un estudioso de la Biblia dijo: "Es una oración de fe, que surge de un corazón en el cual el discernimiento de Dios como un escudo y galardonador de aquellos que le buscan, aparece expresado junto con un profundo sentido de la maldad y perversidad que se presenta diariamente ante la contemplación de los fieles. El disgusto del alma a causa de la abundancia de la iniquidad, es una característica importante en su expresión general". Pridham también pronunció esta interesante declaración: "Por lo tanto, la paciencia se ha forjado en la tribulación, y la alegría abunda en la esperanza segura de libertad, que es solamente diferida por los consejos de un amor infalible". Creemos que estas palabras resumen adecuadamente el contenido de este magnífico Salmo. Se le ha llamado "Salmo de la mañana" y observemos como comienza leyendo los primeros tres versículos: "Escucha, Señor, mis palabras; considera mi gemir. Atiende a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré". Es una oración matutina, en la cual el salmista eleva su voz a Dios al despertar. La mañana es un momento muy apropiado para que el corazón se dirija a Dios en oración. Observemos ahora lo que dice este Salmo, en los versículos 4 hasta el 7: "Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad, el malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador abominará el Señor. Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu Casa; adoraré con reverencia hacia tu santo Templo". Este es el consuelo que puede disfrutar las personas piadosas. Y cuando usted observa alrededor suyo hoy, puede sentirse como nosotros abatido al ver como predomina el mal. Es algo que hace sentir una profunda tristeza interior. Pues bien, ¿cuál es el consuelo de las personas fieles a Dios en días como estos? Bueno, el salmista nos lo dirá. El odio que él siente en su propio corazón hacia el mal revela que él está de parte de Dios. Dios también detesta ese mal al mirar a este mundo controlado por la maldad. Esa maldad que no agrada a Dios ni a aquellos que conocen a Dios. El mal no tiene cabida en él. Como dijo Juan en su primera carta, en el capítulo 1, versículo 5: "Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él". Por su parte el profeta Habacuc, cuando Dios le dijo que los caldeos iban a invadir la tierra de Dios, lo expresó de manera parecida y dijo en el capítulo 1, versículo 13: "Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio". La maldad puede prosperar por un tiempo, pero se acerca implacablemente el día que traerá destrucción y vergüenza eternas a aquellos que practican las mentiras y la iniquidad. Dios ha expuesto eso con mucha, pero con mucha claridad; que se acerca un día de juicio y que el mal de hoy no prevalecerá. Dios lo ha comunicado en el libro de Apocalipsis, capítulo 21, versículo 8, que dice así: "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda". No somos nosotros sino la misma Biblia la que anuncia que el juicio de Dios vendrá sobre la tierra. Ahora, en los versículos 8 y 9, de este Salmo 5, leemos lo siguiente: "Guíame, Señor, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino. En la boca de ellos no hay sinceridad; su interior está lleno de maldad, sepulcro abierto es su garganta, su lengua es mentirosa". Lo que él estaba diciendo aquí era que los enemigos lo estaban observando. Ellos querían que él tropezara y cayera, pero él quería glorificar y honrar a Dios. Por tanto él estaba orando a Dios que no le dejara tropezar y caer, que lo guiara y oró con estas palabras: "Endereza delante de mí tu camino, en la boca de ellos no hay sinceridad; su interior está lleno de maldad, sepulcro abierto es su garganta". Por cierto, estas palabras fueron citadas en Romanos 3:13 por el apóstol Pablo de la siguiente manera: "Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan". No son sinceros, no parecen conocer cuál es la verdad porque no la dicen. Ahora, los versículos 10 al 12, dicen: "¡Castígalos, Dios! ¡Caigan por sus mismas intrigas! Por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, porque se rebelaron contra ti. Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. Tú, Señor, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor". La oración es el recurso del ser humano cuando ve la maldad que le rodea. Ora pidiendo aquella guía que le capacitará para vivir de una manera tal que no traiga descrédito o desprestigio al nombre de Dios. En el versículo 10 el Salmista le pidió al Señor que destruyese al enemigo. Esta es la primera oración imprecatoria registrada en los Salmos, es decir, una oración en la que se expresa un vivo deseo de que alguien sufra un mal. Más adelante tendremos oportunidad de desarrollar este tema. Hay ciertas oraciones que David pronunció en las que pidió a Dios justicia; le pidió que interviniera y que trajese juicio. Algunas de ellas fueron muy duras. El profeta Isaías oró de la misma manera en 64:1-2, diciendo: ¡Si rasgaras los cielos y descendieras y ante tu presencia se derritieran los montes, "Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas! Así harías notorio tu nombre a tus enemigos y las naciones temblarían ante tu presencia. Es que la justicia tiene que caer algún día sobre los transgresores. Las Sagradas Escrituras dejan bien en claro que Dios tomará venganza sobre los que practican el mal". Recordemos que el Señor Jesucristo, en Lucas 18:3-8, mencionó una parábola sobre una mujer que presentó su caso ante un juez, rogándole: que oraba diciendo: "Hazme justicia de mi adversario". 4Él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: "Aunque ni temo a Dios ni tengo respeto a hombre, 5sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo me agote la paciencia"». 6Y dijo el Señor: «Oíd lo que dijo el juez injusto. 7¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8Os digo que pronto les hará justicia. Y así fue que David, en su día, oró por venganza. Debemos decir que si un creyente hace una oración de esta clase en esta época, está cometiendo un pecado. Aquí es donde creemos que una interpretación adecuada de las Escrituras es esencial. Hay muchas personas que quisieran quitar esta porción de la palabra de Dios. Hay incluso gente que dice que no es una parte de la Biblia porque esta no es una expresión propia de un cristiano. En realidad, nadie dijo que lo fuera. Esta clase de oración será para el pueblo de Dios en la gran tribulación. En aquel día la gente que se encuentre bajo la ley pronunciará este tipo de oración, tal como lo hicieron en el pasado cuando estaban bajo la ley. Y Dios tiene toda la intención de oírlos y de traer venganza sobre sus enemigos. Pero en nuestra época, nosotros tenemos que actuar de forma diferente. Para nosotros la regla se encuentra en Mateo 5:44, donde Jesús dijo: 44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Y esto es algo difícil de hacer, pero eso mismo es lo que el Señor nos pidió que hiciéramos. Y San Pablo en Romanos 12:19 escribió: 19No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor». Dios estaba diciendo que Él se haría cargo de las represalias. Cuando alguien nos da un golpe, nuestra naturaleza humana nos impulsa a devolver el golpe. Pero cuando tomamos el asunto en nuestras propias manos, no estamos viviendo cerca de Él y por la fe. Dios quiere que confiemos en que Él se hará cargo de nuestros enemigos. Recordemos que cuando Él estuvo en este mundo, fue tratado de una forma brutal, pero Él no devolvió los golpes recibidos. Y Él quiere que aquellos que son suyos y que forman parte de la iglesia en la actualidad, adopten la misma actitud. No debemos olvidar aquella declaración en la que Dios dijo: "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Dios tiene la intención de hacerse cargo de esa situación en un día futuro. Este es también un hermoso Salmo, que será de gran consuelo al pueblo de Dios en tiempos de severa persecución.

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