Salmos 35 breve comentario Video : Salmos 35,36,37.

 

Buen día para todos los que asisten esta preciosa Colección de Salmos, Gracias al Señor estamo ya en el Salmo 35. Este Salmo comprede 28, versículos biblicos en los que David extiende una plegaía para ser liberado de sus enemigos. David lo escribió durante los días de la persecución por parte del rey Saúl. Hay aquellos a quienes les gusta decir que esta no es la clase de oración que un cristiano debería orar y que el Señor Jesús no se expresó de esta manera. Sin embargo, El en cierta ocasión, mencionó una parábola acerca de una viuda que fue ante el juez y le dijo: "Hazme justicia de mi adversario". Ese juez se demoró mucho en atender su caso, pero finalmente se ocupó de ella. Fue una parábola de contraste. Porque Dios no es un juez duro e insensible, Dios es compasivo y está ansioso de ayudar a Sus hijos. Así que nosotros haremos bien en exponerle nuestras quejas. Y el apóstol Pablo dio a los cristianos el siguiente consejo en Romanos 12:19: No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Usted y yo, estimado oyente, no tenemos que hacernos cargo de la venganza. Tenemos que dejar el asunto en las manos de Dios. El es el encargado de administrar justicia. El se hará cargo de ello mucho mejor que si lo hacemos nosotros. Hablando con sinceridad, debo decir que yo he entregado a varias personas al Señor, en situaciones así. Situaciones que, humanamente hablando, yo habría arreglado de otra manera. Simplemente debemos poner esto en las manos del Señor. Y yo creo que el Señor obrará con justicia y si tiene que castigar a alguien, lo hará. Si uno buscase la justicia por su propia mano, esta actitud constituiría una falta de fe y confianza en Dios. Además, nuestra valoración de la justicia es imperfecta, defectuosa y corremos el riesgo de colocarnos fuera del propósito de Dios. Necesitamos aprender a recorrer el camino de la fe, aplicándolo a éstas y a todas las situaciones que despierten en nosotros resentimiento y el deseo de una acción inmediata. Cuando David escribió este salmo estaba en dificultades; estaba huyendo de Saúl. Sin embargo, cuando tuvo la oportunidad de matar a Saúl, no lo hizo. Y Saúl supo que David le había perdonado la vida. Y en el capítulo 24 del Primer libro de Samuel, Saúl le dijo a David, cuando éste perdonó su vida, él sabía que Dios le había entregado a él el reino, y admitió que David era más justo que él. Sin embargo, continuó tratando a David como a un enemigo en vez de traerlo a su casa en paz. La oración imprecatoria de David, en la que deseaba que sus enemigos sufrieran algún mal o daño, no solo era personal sino también profética. La persecución contra David ilustra la situación de Israel durante el período de la gran tribulación. El clamor por su castigo justo será respondido cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez. El ejecutará el juicio y liberará a los elegidos de Dios. Escuchemos la oración de David leyendo los versículos 4 y 5 de este Salmo 35: "Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan. Sean como la paja delante del viento, y el ángel del Señor los acose". Aquí podemos ver que David quería dejar esta situación en manos del Señor. Tenemos también la segunda mención del ángel del Señor, y ésta, con la del próximo versículo, son las únicas menciones al ángel, junto con la que vimos en el Salmo 34. Veamos ahora, los versículos 6 al 8: "Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y el ángel del Señor los persiga, porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin causa cavaron hoyo para mi alma. ¡Véngale el quebrantamiento inesperado, y la red que él escondió lo atrape! ¡Caiga en ella con quebranto!" Esto parece demasiado extremo. Es una oración imprecatoria, y creemos que no es coherente con la oración que un creyente tiene que hacer en la actualidad, ya que Dios nos ha dicho que tenemos que dejar estos asuntos en sus manos. Pero si usted cree que Dios no va a ejecutar venganza sobre los malvados, está equivocado. Él lo hará sin ser vengativo. Lo hará con justicia, con rectitud, y en santidad. Hacemos bien en presentarle nuestras quejas, porque Él actuará con justicia. Este es un gran salmo, que traerá consuelo a aquellos que se han sentido tratados injustamente. Escuchemos ahora lo que dijo David después de hacer esa oración. Leamos los versículos 9 y 10, de este Salmo 35: "Entonces mi alma se alegrará en el Señor; se regocijará en su salvación. Todos mis huesos dirán: Señor, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que lo despoja?" En este momento de su vida, David era un hombre pobre. Cuando él se encontraba en el exilio, vinieron a verle aquellos en su accidentada vida y en su pobreza. Pero Dios estaba con ellos y El libró a los afligidos de los poderosos que los explotaban. Y añadió en el versículo 16: "Como aduladores, burladores y truhanes, crujieron contra mí sus dientes". Los bufones de la corte en aquella época eran contratados para que divirtieran a los huéspedes en algún banquete. En este caso, se burlaban de David por haber huido y esconderse del rey Saúl. Quizás hasta se burlaron de él por haber vencido al gran gigante Goliat, y luego tenerle miedo a Saúl. Y el versículo 17 contiene una pregunta angustiosa: "Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones". Estas palabras han sido pronunciadas siempre por aquellos que consideran que su dignidad ha sido pisoteada, que han sido deshonrados, difamados y tratados injustamente, o acosados por quienes ejercen autoridad sobre ellos. Estimado oyente, si este es su caso, le recordamos que cuando vivió en esta tierra, el Señor Jesucristo recibió ese mismo trato, hasta el extremo que entregó su vida por todos nosotros. Esa conducta humana no debería sorprendernos demasiado. Es una consecuencia natural de la maldad humana que, cuando se siente fuerte, aplasta a sus semejantes sin contemplaciones. Pero aquel que ha establecido una relación con Dios por haber confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador, goza de la influencia del Espíritu de Dios, que en las circunstancias más opresivas de esta vida puede llenar el corazón de paz, mitigando el dolor de la injusticia y el abuso. Y en todos estos casos, estimado oyente, Dios está al tanto de su experiencia personal, e intervendrá en el momento oportuno. No le quepa a usted la menor duda.

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